Ilustracion: www.beatormo.com
La oruga y Alicia se miraron un rato en silencio. Al fin, la oruga se quitó el narguile de la boca y se dirigió a Alicia con voz lánguida y soñolienta.
- ¿Quién eres tú?
No era esta una pregunta alentadora para iniciar una conversación. Alicia, un poco intimidada, contestó:
- Pues yo… yo, ahora mismo, señora, ni lo sé… Sí sé quién era cuando esta mañana me levanté, pero he debido cambiar varias veces desde entonces.
- ¿Qué quieres decir con eso? –dijo severamente la Oruga-. ¡Explícate!
- Me temo no poder, señora –dijo Alicia-, porque como ve, ya no soy yo.
- No veo –dijo la oruga.
-Temo no poder exponerlo con mayor claridad -replicó muy cortésmente Alicia- porque para empezar, ni yo misma lo comprendo; y el cambiar tantas veces de tamaño en un solo día es muy desconcertante...
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