jueves, 9 de agosto de 2012

La bella Griselda


El otro día, deambulando por la librería que más frecuento, me encontré con LA BELLA GRISELDA, un álbum de la fantástica ISOL, autora e ilustradora de “El globo” o “Secreto de familia”, libros que no tienen desperdicio y que recomiendo a cualquier adulto, público al que la obra de ISOL llega de un modo muy peculiar por su sentido del humor y la complicidad que en seguida consigue desatar. LA BELLA GRISELDA, publicado en 2010 por Fondo de Cultura Económica en su colección A la orilla del viento es el primer cuento de hadas y principesco que leo de ella, ya que sus protagonistas suelen ser niñas pequeñas que cuentan su historia en primera persona.

Pero no es un cuento de hadas al uso. Nada más ver la portada, si te fijas en los detalles, te das cuenta: observamos los símbolos clásicos de la realeza: el conjunto heráldico, los colores en oro, la corona, la princesa concentrada en la belleza de su reflejo... y, si nos fijamos un poco más... nos encontramos con dos caballeros sin cabeza que la escoltan. Es una primera pista.

Griselda es una princesa hermosa, sublime, delicada, perfecta, tanto, que hacía perder la cabeza a cualquiera. Y esto no es solo un decir. Cada vez que un príncipe trataba de cortejarla, perdía la cabeza ante semejante hermosura. Se le caía, se le desmembraba del cuerpo y rodaba por las moquetas o por los jardines. Y no la volvía a recuperar. Ella, en un ejercicio de amor y nostalgia aderezado con un toque de taxidermia, las colgaba en la pared.
Pasando el tiempo, todos los hombres casaderos comenzaron a temer su belleza letal. La pobre princesa se aburría y se sentía terriblemente sola, hasta que un día un pretendiente afortunadamente miope apareció en el castillo y pudo cortejarla sin temor a perder la vida. Sin embargo, después de un tiempo juntos, el príncipe la observa (se entiende que de cerca) y también cae su cabeza. Aún así, nueve meses después nace una princesita hermosísima, tanto que en este caso es la bella Griselda la que no puede soportar tanta maravilla y pierde la cabeza también.

Esta macabra y “terrible” historia parodia de un modo ácido y directo los tradicionales cuentos de hadas. Nos recuerda a todas las bellas de nuestros conocidos clásicos pero acaba de una estocada con estereotipos y tópicos y nos regala, con unas imágenes atrevidas, divertidas y engañosamente inocentes, un libro álbum diferente.


Lo que más me gusta es el modo en que construye al personaje de la princesa. Las que conocemos de siempre, bellas por naturaleza, consagraban su vida a esperar al príncipe amado, ser rescatadas, escapar del aburrimiento de sus jaulas de oro... sin embargo, Griselda, aunque también esperaba a su príncipe, estaba encantada con su vida. El objetivo explícito de su existencia era estar bella, de ahí que sus días consistieran (aparte de en decapitar con su imagen a todo dios) en extraerse los plebeyos pelos que la poblaban o hacer fatigosos estiramientos y equilibrios sobre zapatitos de cristal. De hecho, su blasón reza así:
Lejos de parecerse a los cuentos políticamente correctos que tanto se han profesado durante años y que ahora, cada vez más, están quedando en desuso, Isol nos deja intranquilos, cuestiona la literalidad de nuestras frases de siempre y nos recuerda que, a veces, en la vida, las cosas no son sencillamente “un decir”. 

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