lunes, 17 de septiembre de 2012

Ilustración y LIJ.


(Fragmento del álbum Olivia, de Ian Falconer)

Me topado con un artículo de Carlos Ortín, presidente de la Federación de Ilustradores Profesionales (FADIP), titulado La ilustración y la literatura infantil y juvenil, dentro del libro “Contar en Aragón. Palabra e imagen en el discurso literario infantil y juvenil” (Tabernero, R. Dueñas, J.D., Jiménez J.L. (2006)) donde critica de un modo rápido y conciso el panorama actual de la literatura infantil y juvenil desde el punto de vista de la Federación.

Me ha encantado cómo plasma sus ideas y estoy totalmente de acuerdo con lo que comenta, con lo que señalaré casi la totalidad del artículo, seleccionando los párrafos e ideas que considero de especial interés. El texto es literal:

ILUSTRACIÓN NO ES DECORACIÓN
- Un ilustrador no es un decorador de libros. Ésa es una incorrecta limitación de nuestra profesión.
- Un ilustrador no es un artista que embellece el texto de un escritor.
- Un ilustrador es un creador visual que colabora a la expresión y divulgación de una idea con su propia forma de mirar y plasmar.
- El ilustrador es aquel que interpreta gráficamente un mensaje.

UN LIBRO ILUSTRADO NO ES UN MANUAL DE USO

Un libro ilustrado no es un manual de uso como los que nos encontramos cuando nos enfrentamos al montaje de un mueble ni es un manual de primeros auxilios donde se indica mediante dibujos la forma correcta de aplicar el boca a boca (...). Digo esto porque desde algunos sectores, la ilustración debe ser algo absolutamente objetivo y que ayude a la transmisión de la información. Quizá lo que estos sectores quieren es una ilustración donde se ve a María bebiendo agua junto a un texto que dice: “Como tenía sed, María decidió beberse un vaso de agua”.

EL VALOR DE LA ILUSTRACIÓN

Debemos ser muy conscientes de que somos escritores que nos expresamos con dibujos y que nuestra actividad no es neutra ni inocente, ya que los creadores visuales tienen mucho que ver con la manufactura de la realidad contemporánea.

Es muy importante que  nuestras imágenes reflejen situaciones que inviten a pensar, a ampliar horizontes y que no adormezcan los cerebros. (...) Sin embargo, algunas editoriales se autodenominan agentes culturales cuando están más interesadas en mirar que en ver, más interesadas en la ganancia que en la calidad y nos usan sin aprecio, como si desearan nuestra desaparición como autores.

Por otra parte, algunos escritores tienden a comparar la literatura infantil y juvenil con un traje (...) y eso es tener mentalidad de sastre. Para hacer un libro para niños no hay que limitarse a utilizar menos tela.

INVISIBILIDAD EN LOS MEDIOS

Estas actitudes podrían ser mejoradas en parte si los medios de comunicación se preocuparan de ofrecer unas bien fundamentadas críticas sobre lo que se publica, como las críticas cinematográficas o las de literatura adulta y no, en el mejor de los casos, breves reseñas (...).

Y ahora parece que ya se le dedica algo de espacio a la ilustración dentro de la reseña, pero casi siempre es para adjetivarla: que complementa perfectamente el texto, que añade un toque de color, que es entrañable... (...) Se trata más bien de la opinión estética del autor de la reseña, sin analizar su comunicatividad y eficacia al transmitir el mensaje, ni la optimización de los medios puestos a disposición del ilustrador, ni nada de eso. Y eso no basta. En un medio como en el que nos movemos, una crítica sin fundamentar, sea buena o mala, sólo supone movernos desde la invisibilidad a la injusticia.

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