martes, 27 de noviembre de 2012

¡¡QUE NO ME GUSTA LEER!!


Ilustración: Eduardo Altube

Ayer tuve una conversación con una madre de un niño de 10 años. Sabe de mis inclinaciones lectoras y me conoce como cuentacuentos y visitante asidua de la biblioteca infantil y juvenil. Mientras el niño andaba por los alrededores, aprovechó para, en tono íntimo, confesarme que a su  hijo no le gustaba leer, y que estaba muy preocupada por ello, que desde siempre en casa se había leído y que ella le había llevado a la biblioteca con frecuencia, que cuando era pequeñito mostraba algo más de interés, pero que ya no había manera.

Le pregunté qué le gustaba hacer al niño y me dijo que estaba muy centrado en el fútbol, que también estaba en kárate aunque empezando y que los deportes eran algo básico para él. Un niño de los de hoy: en quince mil actividades extraescolares deportivas, más los partidos de los fines de semana, entrenamientos...

Le dije que no se preocupara, que si al niño no le gustaba leer, no pasaba nada. Abrió los ojos como platos y casi gritó: ¡¡¿Cómo que no pasa nada?!!

Le conté la historia de otra madre de un niño de la misma edad que el suyo, que estaba preocupada precisamente por todo lo contrario: el niño no dejaba de leer. No hacía ninguna otra actividad. No se interesaba por salir con amigos, no tenía ningún interés hacia el deporte, hacia la familia e incluso hacia la escuela, salvo lo que tuviera que ver con la clase de lengua o algunas actividades concretas. Le motivaban las sagas, los libros de aventuras, de zombies y vampiros y cada semana sacaba dos o tres “tochos gordos” que se despalillaba en menos que canta un gallo. Estaba “encerrado en casa todo el día”.
Me contestó: “hombre, tampoco es eso”.

Me marché a casa pensando en que cuando yo era pequeña no había planes lectores, estrategias de animación a la lectura ni cuentacuentos. Nunca escuché a nadie que viniera a decirme lo importante que era leer y lo bueno que iba a ser para mi vida. Ni yo ni la mayor parte de los que nos dedicamos a mediar entre libros y lectores.
Mi madre nunca se preocupó porque leyera demasiado, leyera poco o no leyera. Sencillamente, la cosa fluía o no fluía.

Pero hoy está de moda animar a leer. Surgen como plagas los planes lectores, las campañas, los días dedicados al libro, las horas de lectura (quince minutos de una sesión cada día en secundaria) de dudosa utilidad... y a veces nos olvidamos de que el momento en que el libro y el lector se encuentran no siempre viene acompañado de este tipo de parafernalias. A veces sencillamente, con suerte, surge el momento, el libro adecuado y la chispa de curiosidad  necesaria.

Me da la sensación de que si tenemos esta necesidad tan apremiante de que nuestros niños lean es porque algo falla. En la escuela, en la familia, en la sociedad... no sé. Tantas campañas de sensibilización, tanto pan y circo y tan poco hablar de los libros que nos apasionan si es que nos apasiona alguno.

Yo estoy cansada de los que vienen a decir a los adolescentes que TIENEN QUE LEER, DEBEN LEER, NECESITAN LEER porque eso podrá cambiar tu vida, hacerte crecer, hacerte pensar, viajar a universos paralelos...

Sí, por supuesto. A mí los libros me han ayudado a conocerme a mí misma, a acceder a un nivel de empatía y conocimiento humano que de otro modo no habría podido percibir. Me han ayudado a aprender, a entender, a pensar, a divertirme, y claro, a viajar.
Pero nadie me convenció de ello. Nadie me obligó –salvo la escuela- a leer algo que  no quisiera leer o no me interesara.

Me asustan esas verdades absolutas sobre los libros, esos imperativos. Hace no mucho criticaba una campaña que lanzó la Secretaría del Estado de Cultura que decía: SÍ QUE TE GUSTA LEER (pero igual no lo sabes) y se mostraban dos imágenes contrapuestas. En una decía “CLARO QUE  ME GUSTA LEER”  y en la otra “QUE  NO, QUE NO ME GUSTA”. Una la decoraban con libros y la otra con consolas, balones y demás accesorios relativos al tiempo libre.

¿Tiene que gustarles leer a todos? ¿Puede a un niño no gustarle leer? ¿Todos son susceptibles de que les guste la lectura?
En mi opinión, un no a la primera y un sí a las dos siguientes. Me encantan los libros, me apasiona leer y me fascina transmitir a los pequeños y los mayores el gusto por la lectura a través de la narración o de las charlas sobre libros pero creo que el exceso, la apología, el toque de elitismo que crea en la mente de los españoles el “ser lector y por tanto minoría” a veces confunde y otorga una necesidad y una importancia excesiva a algo que es una simple cuestión de afecto y oportunidades.

Me he encontrado con muchos padres preocupadísimos por que sus hijos lean que no han abierto nunca un libro ni han leído en casa, y eso me ha gustado. He comprendido que aunque ellos no hayan tocado nunca un libro quieren que su hijo sí lo haga porque consideran que es importante. También los que sí leen y se preocupan por que sus hijos no sientan interés, y luego están los que se preocupan porque los niños leen demasiado o los que  no se preocupan en absoluto porque este tema les pasa totalmente desapercibido. La cuestión es preocuparse.

A lo que voy: existe el derecho a no leer, al igual que existe el derecho a no hacer deporte, a no sentirse atraído por el cine, a no acercarse jamás a un museo.  ¿Se interesarán más los no interesados si se les insiste y obliga? ¿Leen mejor y más nuestros alumnos de secundaria desde que se instauró la obligación del plan lector leyendo 15 minutos diarios en voz alta sin casi escucharse? ¿Leen más y mejor los alumnos de aquel profesor que cada día les lee una poesía porque le encanta compartir esos textos con sus alumnos? ¿Lee más y mejor el niño que acude con su  maestra cada mes a la biblioteca pública para leer un cuento diferente? ¿Lee más y mejor el niño que todas las noches lee en voz alta con su padre porque  a ambos les gusta y apetece?

Leer no es una acción más elevada que ver buen cine, no se es mejor persona por ser un gran lector ni es preciso desmerecer a quien no lee pero hace deporte.

Si el niño quiere sentarse y adentrarse, en silencio y soledad, en el interior de un libro y de sí mismo, estupendo. Si prefiere jugar al fútbol, hacer kárate y ver la televisión, también. Si puede combinar las dos cosas, mejor que mejor. Pero de lo que estoy segura es de que no se trata de obligar a leer a nadie ni de ir pregonando ventajas y maravillas en las que, en ocasiones, no cree uno mismo ni calan de forma alguna en los otros.

5 comentarios:

  1. Jo, Laura. Muy pero que muy interesante. Es un tema que debería tratarse mucho... Mucho más de lo que se trata, en cualquier caso.

    Mira, yo creo, por ponerlo en una enunciación muy básica que "leer (LIBREMENTE) sí es mejor que no leer".

    Pero esa la única verdad que puedo afirmar. No tengo ni idea de si leer es mejor que hacer natación o macramé. Y no tengo nada claro, como tú, que haya que convencer a nadie para que lea...

    A ver, dicho así igual se desvía un poco de lo que pienso... Lo que creo es que NO SE DEBE FORZAR a nadie a hacer nada (otra verdad básica, aplicable a todos los ámbitos). Pero, si creemos (como yo lo creo) que la lectura trae cosas (así, casi indefinibles, maravillosas), lo cierto es que parece lógico pretender que la gente lea.

    O más bien, que QUIERA leer. ¿Pero cómo? Pues, a ver... yo concibo la labor del mediador como un "levantador de velos" o como un "escaparatista". O sea, alguien que garantice que los libros están ahí, al alcance del lector potencial. Que surta, que visibilice, que tente...

    El resto, claro está, será cosa de cada uno. Hay algo mágico y muy poderoso en las historias, en la ficción, en la literatura. Es raro que alguien sea inmune a ella per se... Y aun así, hay gente a la que no le gusta leer.

    La cuestión es saber si calificamos o no ese hecho como problemático, y en qué medida.

    Y en fin, lo que apuntas sobre la hipocresía de la cruzada actual por adiestrar a todo niño y a todo joven en la lectura es otro punto bien candente...

    Como te digo, me encantaría tratarlo más en profundidad.

    Un besazo, guapa.

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  2. Paula! gracias por comentar lo que opinas, me apetece mucho hablar del tema.
    Totalmente de acuerdo contigo en que si uno cree fervientemente en lo que hace y le gusta y es consciente lo útil y magnífico que es (en este caso todo lo relativo a la lectura), obviamente querremos que la gente lea y comparta ese universo. Pero es a loque me refiero con dotarles de oportunidades para que creen ese vínculo, acercarse como quien no quiere la cosa, proponerles (PROPONERLES!) un libro que podría gustarles, otro, otro... hasta que se cansen o hasta que se enganchen. Leerles en voz alta, transmitir la pasión que uno siente... ese es el mejor modo. Pero la cuestión es hasta qué punto estamos haciendo eso o se les está espantando con tanta IMPORTANCIA, NECESIDAD Y OBLIGACIÓN.
    Yo personalmente creo que a quien no le gusta leer es porque no ha encontrado el libro adecuado, porque tal vez no haya adquirido las habilidades necesarias para poder leer bien (decodificar, interpretar, construir el sentido)... pero a la vez entiendo que no se quiera leer porque es algo que cuesta trabajo, es más lento que ver una película (y con el mismo argumento), quita tiempo de jugar a la play o de salir con los amigos o de...
    En fin, cada lector es un mundo al que hay que acercarse con cuidado, sin dramatismos, sin grandes pretensiones, sin obligaciones. Acercarse y desde el afecto, proponer, compartir.

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  3. Como casi todas las cosas buenas de la vida, me he topado con este artículo por casualidad, una casualidad que no dejo de aplaudir, me gusta mucho como has reflexionado la libertad de elección del lector, creo que hay muchos, validos y variados motivos por los que los niños, los adolescentes y los adultos no leen y creo que generalizar en ello es un error, cada persona es un mundo.
    Como madre me he preocupado en demasía con este tema, en un principio porque soy una lectora ferviente, adoro leer, me hace crecer, volar y sentir todas esas cosas y más de las que pueda contagiar un libro, pero enfrentarse a transmitir eso a tus hijos no es tan fácil, es un terreno muy delicado y puedes errar si te pasas de insistente, pueden terminar cogiéndole "tirria" a la lectura como pasa con casi todas esas cosas que nos imponen, así que, con el tiempo, me he resignado, he seguido deborando todas las bibliotecas a mi alcance y facilitándole a mis hijos el acceso a los libros, pero como persona libre se que no puedo hacer nada más no puedo imponer lo imponible; el gusto, el placer y el disfrute, como tampoco les puedo imponer mis gustos en otros aspectos de la vida.
    Espero que con los años mis hijos descubran cual es su relación con los libros y la mejoren en la medida de lo posible, sin dejar de disfrutar de las demás cosas bellas de la vida.
    Muchas gracias por invitarnos a reflexionar contigo.
    Un abrazo
    MJosé Hdez
    http://loquinaria.blogspot.com.es/

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  4. Muchas gracias a ti, Maria José. Un placer. Esa postura es la más viable para que, si en algún momento llegan a acercarse a los libros, sea porque quisieron y tuvieron la oportunidad.
    Estamos leyéndonos.

    Un abrazo!

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  5. Acabo de encontrarte gracias a la casa de la cultura y me he puesto a revisar un poco las entradas.

    Para mi es fundamental la lectura, no sabría vivir sin los libros. A mi hijo de 4 años le encantan los libros, aunque también es normal, está harto de ver libros en casa, de vernos al padre y a mi leyendo, así es fácil que le guste. Es cierto que intentamos motivarlo, nunca le hemos rechazado comprarle un libro, ni leerle un cuento por la noche, o inventarnos un cuento juntos, ni ir a la biblioteca infantil, ni a la librería,..

    Respecto a lo de obligar a leer, tienes razón, de un tiempo a esta parte la sociedad se ha concienciado de que es necesario fomentar la lectura, pero parece que solo en los más pequeños. El ejemplo que pones lo he vivido en directo, mi hermana no ha leído un libro en su vida pero quiere que su hijo lea, si es tan bueno para su hijo no deberían empezar ellos también leyendo?

    Lo que si me parece bien es el facilitarles el acceso a los libros y que ellos descubran poco a poco si les interesan o no. Me parece genial los talleres de cuentacuentos que se hacen en la casa de la cultura porque es una forma de que los niños entren en una biblioteca, que vean lo divertido que puede resultar un libro, la de aventuras que se pueden vivir con ellos,.. Así que como mami muchas gracias por acercar un poco de los libros a los niños.

    Un beso

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