miércoles, 6 de febrero de 2013

Receta médica contra la depresión: la lectura



Ayer un amigo me enlazaba un interesante artículo: médicos ingleses prescriben lectura de poesía y novela como cura para la depresión y la ansiedad.

Hace mucho tiempo que se receta la lectura como antídoto contra la depresión, la ansiedad, los estados de melancolía extrema... sobre todo en períodos otoñales e invernales, cuando estos casos son más frecuentes.

 Los médicos y psicólogos prescriben, junto a los remedios químicos, acercarse a la biblioteca más próxima con una lista de libros que ellos recomiendan a través de la asociación “Reading Agency”. La lista que proponen la titulan: “Levanta el ánimo con libros para levantar el ánimo”.

En ella hallamos novelas y libros de autoayuda.

Y he aquí una cuestión que me atrae: ¿recomendaríamos para levantar el ánimo un libro de autoayuda?

¿Qué sería más motivador? ¿El libro titulado “Cómo sentirte mejor”? ¿“Las aventuras de Huckeberry Finn”? ¿”El guardián entre el centeno”?

Recomiendan títulos variados, no estoy criticando a la lista que los médicos ingleses han creado, pero me ha dado pie a preguntarme por qué leer influye y qué libros ayudarían más.

Según una nota publicada por el diario inglés “The Independent”, un estudio en EEUU sobre adolescentes cuya actividad de ocio se centraba más en leer que en otras formas de entretenimiento mediático, concluía que estos chicos contaban con menos riesgo de sufrir depresión.

De acuerdo con aquel estudio no importa tanto qué sea lo que leas. Lo que importa en sí mismo es el acto de leer, ya que esta actividad ocupa energía mental, mantiene la atención y la concentración, favorece la empatía, etc. Sin embargo, esto ha de suceder únicamente si se trata de un buen libro que tenga que ver con las características del lector. En mi opinión ha de cumplir esos dos requisitos básicos: de calidad y adecuado para quien lo requiere.

Y en este momento no dista mucho la importancia de esta selección de la que se hace cada día a la hora de mediar entre los libros y los niños. Siempre la duda de qué es lo adecuado, lo bueno, lo necesario.

Roald Dahl,  Juan José Millás,  Cristina Peri Rossi, Daniel Defoe, Oscar Wilde, García Márquez, Cortázar... tantos que podrían alejarnos de la realidad,  hacernos viajar, desviarnos un poco de nosotros mismos y de lo que nos hace sufrir, evadirnos no como medio de escape sino como principio de búsqueda. No se trata de leer para olvidar que estoy deprimido, sino de leer para despertar, para dar valor a la propia vida y contactar con ella desde otro punto temporal y espacial.

El deporte físico se receta para la depresión. El deporte intelectual también.

         Sin embargo, es esencial la selección, y por eso un libro de autoayuda sería lo último que yo sugeriría. Con seguridad me iría directa a buscar y recomendar libros de otros géneros que de por sí constituyeran una ayuda.


Al final del artículo enlazan esta cita de Kafka, que no puedo dejar de compartir:

“Si el libro que leemos no nos despierta como un puño que nos golpeara en el cráneo, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices? Dios mío, también seríamos felices si no tuviéramos libros, y podríamos, si fuera necesario, escribir nosotros mismos los libros que nos hagan felices. Pero lo que debemos temer son esos libros que se precipitan sobre nosotros como la mala suerte y que nos perturban profundamente, como la muerte de alguien a quien amamos más que a nosotros mismos, como el suicidio. Un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro.”
Kafka, en carta a Oskar Pollak (1904)


Las imágenes forman parte  del proyecto expositivo NEÓN PÚRPURA del artista Joaquín Artime. 
Pueden encontrar más imágenes e información AQUÍ.

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