domingo, 3 de junio de 2012

Los juegos del hambre



Acabo de terminar de leer el tercer tomo de la trilogía LOS JUEGOS DEL HAMBRE de Susan Collins: "Los juegos del hambre", "En llamas" y "Sinsajo", editados por MOLINO desde 2008 hasta 2010. Hablar sobre estos libros se me antoja una tarea ardua, ya que las sensaciones que me quedan tras leerlos son contradictorias.

Se enmarcan dentro del género distópico: una sociedad futura post-apocalíptica donde los humanos, tras incesantes guerras, han quedado reducidos a doce distritos  gobernados por El Capitolio, una ciudad donde prima el exceso y las apariencias. Son punteros en tecnología y cuentan con los mejores recursos a base de explotar a cada uno de los doce distritos, que viven prácticamente en la miseria. Para evitar que vuelvan a rebelarse, como una vez sucedió, cada año El Capitolio organiza los llamados JUEGOS DEL HAMBRE, que consisten en escoger a dos niños (de entre 12 y 18 años) de cada distrito para entrenarlos y lucirlos ante todos, y luego enviarlos a la arena de juego, escenarios artificiales que recrean ambientes naturales extremos, animales y seres modificados genéticamente, creados especialmente para la ocasión. Los 24 niños o tributos deben luchar entre sí, matándose unos a otros, hasta que solo quede un ganador. Todo el espectáculo es televisado para humillación y sufrimiento de los distritos y para diversión del Capitolio.

La historia está narrada por la protagonista de la trilogía: Katniss Everdeen, que vive en el distrito 12 con su hermana, su madre y su mejor amigo, Gale. El día de la cosecha, que es cuando se seleccionan los tributos que van a luchar en la arena, sale elegida Prim, la hermana de Katniss, y ella se presenta voluntaria para sustituirla. El otro tributo que se escoge es Peeta, un muchacho que ha estado enamorado de Katniss desde que eran niños.

Aquí comienza una truculenta historia repleta de violencia. Con un ritmo trepidante que facilita su lectura, la autora consigue llamar nuestra atención. Lo morboso del argumento facilita la tarea. Sin embargo, los personajes están construidos muy sencillamente, llegando a ser bastante planos en ocasiones, y sin implicarse en sus propios dilemas. La trama es ágil pero predecible. Las situaciones violentas son excesivas y escalofriantes, innecesarias en ocasiones por su falta de eficacia y realismo. La sencillez y la rapidez con que narra los acontecimientos, sin profundizar especialmente en nada sino rozándolos sutilmente por el borde contrasta con la cantidad de sucesos que acontecen.
Son libros que no están bien escritos. En primer lugar, el estilo narrativo de narrador protagonista está repleto de clichés, estereotipos, frases hechas e inmadurez. En segundo lugar, el diseño, la construcción de la trama y la de los personajes consigue engancharnos, pero en mi caso por una cuestión de curiosidad, de querer saber por dónde nos va a llevar,  no por la forma ni por que suframos junto a la protagonista, que no parece creerse mucho lo que está contándonos.

La traducción, con una gran cantidad de erratas y algunas faltas de coherencia, desmerece bastante su lectura. La sencillez del lenguaje, repleto de coloquialismos y con un vocabulario escaso, facilitan su acceso al público juvenil y a lectores poco habituales, que, por lo general, han acogido con los brazos abiertos estos best sellers que distan mucho de contener la calidad literaria con que cuentan sagas juveniles como Harry Potter.

A nivel de contenido, lleva a cabo una poco novedosa aunque llamativa crítica social, partiendo de la base de que la opresión, los efectos demoledores de las guerras, la miseria, el hambre, la importancia de las apariencias, la incoherencia humana, las pasiones y el amor familiar, son temas que tanto hoy como en esta antiutopía que nos presenta Collins, son perfectamente palpables. Sin embargo, durante la lectura, esta crítica social se pierde, se va disolviendo poco a poco, se hace incompleta e irreal, sin mayor orden ni trascendencia.
En general, su lectura ha sido rápida, alternando curiosidad y hastío. He echado de menos, sobre todo, que los personajes se enfrentaran a decisiones morales que les facilitaran profundizar en la naturaleza humana.

En fin, en mi opinión, Collins se queda a las puertas de lo que están tratando de convertir en una gran trilogía, al estilo de la comercial "Crepúsculo".

Sin embargo, se ha llevado al cine no hace mucho el primer tomo de la trilogía, “Los juegos del hambre” y siento muchísima curiosidad por ver cómo lo han adaptado a la pantalla. 

1 comentario:

  1. Discrepo profundamente, Harry Potter no es buena literatura ni juvenil ni infantil ni nada.

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