viernes, 2 de mayo de 2014

Sobre el respeto a la palabra en el arte de contar cuentos

Una vez más, me paro un segundo e intento dar sentido al batiburrillo de ideas que se forman en mi cabeza. Sirva el blog para darles salida.  

Entiendo al narrador oral de historias como a un profesional de la palabra, que por cuestiones lógicas, la respeta, entendiendo respeto como consideración, cuidado, atención…, no como miedo; ni siquiera como veneración. Respeto a lo que se cuenta, a lo que se calla, tanto con la voz como con el cuerpo. El poder de la palabra y del gesto, lo sabemos, es incalculable. Es curioso pararse a pensar hasta qué punto manejamos ese poder para hacer llegar las historias que hemos escogido contar, o hasta qué punto lo desusamos y perdemos. 
En el caso del narrador en escena, me pregunto hasta qué punto le define lo que dice, hasta qué punto le describe. Está claro que hay tantos tipos de narrador como narradores hay. He visto a los que vienen del mundo del teatro, del clown, de la filología, del monólogo, de la educación, de la educación social y que se alimentan de todos los recursos que tienen para sumar lenguajes a los cuentos que escogen. También está claro que cada uno selecciona para contar lo que quiere, lo que le mueve, lo que le hace cuestionarse, lo que cree que gustará a un determinado público…
Escoger, seleccionar el repertorio y plantearse el tono desde el que se narra es responsabilidad y complacencia del que se dedica al oficio, y quiero enfocar mi reflexión hacia el momento en el que nos definimos como narradores de cuentos y nos colocamos ante los oyentes, con un repertorio preparado, sabiendo que el lenguaje y el estilo puede que cambie según el emplazamiento en que se cuente y el público al que esté dirigido.
Considero que al narrador lo define lo que cuenta, así como cómo lo cuenta. También lo que narra entre cuento y cuento en los interludios (si los hubiera), y cómo se dirige al público, dependiendo de sus características. Le definen las palabras que utiliza, para qué las utiliza, el modo y el contexto en que las utiliza.
Para mí es difícil escuchar sesiones de cuentos por parte de cuenteros que, buscando el acercamiento del público desde la risa fácil, utilizan expresiones como “la puta madre” o “la punta de la polla” con una selección de repertorio repleto de vacíos y tópicos. Me cuesta escuchar gente que cuenta y que pronuncia mal las palabras, comete errores básicos de dicción, pronunciación o sintaxis, utiliza expresiones vulgares por doquier… Y no hablo de que se lleve tanto o tan poco tiempo contando, hablo de si nos planteamos que, como medios transmisores de la palabra dicha, debemos utilizar unos recursos mínimos (y digo mínimos) y dignos de expresión.
Utilizar la cercanía para dirigirse al público no tiene por qué significar ser vulgar. Tampoco hablo de que tengamos que erigirnos eruditos de la dialéctica con expresiones retorcidas e inaccesibles, historias extremadamente enrevesadas, etc. He escuchado muchos cuenteros que, desde la espontaneidad y el anecdotario diario, son correctos, simpáticos, accesibles, respetuosos.
Por otro lado, me resulta chocante que un narrador controle el “tono” en el que habla pero seleccione un repertorio torpe, pero es igual de chocante que sus historias sean potentes y el tono sea tremendamente banal.

En fin, creo que es interesante que, como personas que cuentan, nos defina como grupo la variedad. Es enriquecedor. Solo me pregunto si nos planteamos la importancia del qué o el cómo, de si somos conscientes de que, de alguna manera, al faltar a la palabra nos faltamos a nosotros y faltamos a los que escuchan.

5 comentarios:

  1. Dignificas aquello que amas , mi respeto

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  2. Querida Laura, una vez más, un estupendo post. Y una vez más un tema en el que coincidimos mucho y que me ocupa y preocupa mucho (como podrás ver la próxima semana en el curso de repertorio). Besos y mil gracias

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  3. cuando cuentas o narras, enseñas y transmites, hay que tener mucho cuidado con lo que dices y como lo dices. No te digo nada si es a un público que está creciendo en edad y personalidad, hay que tener muchisimo cuidado y respeto por todas las mentes que te escuchan, enhorabuena por el post.

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  4. Gracias Laura! Interesante texto y gracias por recordar el valor de lo que hacemos y la importancia de hacerlo, usarlo, utilizarlo adecuadamente.

    Un abrazo

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  5. Lo importante para transmitir un mensaje es el mensaje mismo y el cómo hacerlo, de ahí sale el verdadero poder de las palabras… de ahí y del oyente, pero eso ya es otra historia.

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