Familia,
hace unos días que no escribo nada, pero no voy a dedicar esta entrada a
contarles qué pasó cuando me perdí buscando la biblioteca de Stockbridge ni qué
vi en lo alto de la montaña de Arthur´s Seat. Eso será otro día.
Hoy
toca hablar de algunas sesiones de cuentos que he visto en el Scottish
Storytelling Centre. Algunas propuestas desde el TRADFEST, el Festival de
Tradiciones que hubo la primera semana que llegué, y otras formando parte de la
programación habitual. Obviamente todo lo que voy a comentar es mi percepción
personal e intransferible, en muchos casos afectada por la diferencia del
idioma.
Si
quieres un resumen para no leer toda la entrada, es el siguiente: nada del otro
mundo.
Existe el Scottish Storytelling Centre, sí. Se
llevan a cabo talleres y formación que se promueven a nivel semanal o mensual,
vale. Sin embargo, no he percibido un nivel diferente ni una forma distinta o
tirando a mejor de hacer las cosas en cuanto al resultado de las sesiones se
refiere.
Sólo he
acudido a cuatro sesiones para adultos y dos para niños pero quería compartir
mis percepciones.
La primera fue Sassie Lassies. Dirigida a adultos,
estuvo a cargo de dos narradoras y una músico que acompañaba las historias. El
montaje de la sesión en cuanto a la selección de los cuentos entre ambas, la
organización de los tiempos, la comunicación en el escenario… fue desconcertante.
Empezaron de maravilla. Comenzó una de ellas, Janis Mackay, haciendo una breve
presentación de lo que sería la sesión, a modo de degustación. Primero un
pequeño entremés, luego un primer plato, un segundo plato, postre…
Después
ella misma contó el entremés: un cuento que incluía una canción, y cuando
terminó y la cantó de nuevo, su compañera se unió y cantaron juntas mientras
cambiaban su lugar en el escenario y la segunda pasaba a ocupar el puesto de la
primera. La músico las acompañaba. Esta transición me pareció preciosa, con
buen gusto. Pero eso fue todo. El primer plato consistió en el mito de Eros y
Psyque, contado durante media hora en un ritmo lento que me dejó en un sopor
del que sobreviví porque justo después se hizo un descanso. Después de diez minutos, la sesión continuó a
cargo de la primera narradora únicamente. La otra no volvió a subirse al
escenario tras el descanso, dejó a la primera sola (con la músico) y no contó
nada más, hasta que al final se subió para saludar.
No
entendí nada. ¿No era una sesión conjunta? ¿Por qué una contó 5 cuentos y otra
solo uno? ¿Debido a la duración? Podía haber contado otro pequeño antes de
terminar. Después he sabido que la primera es una reputada narradora de aquí,
la que forma a los aprendices. ¿Era entonces una sesión conjunta
maestra-aprendiz? Si fue así, ¿Por qué no lo dejan claro? ¿Y por qué empiezan con la alegoría al menú y luego se olvidan? Yo llegué al primer plato pero después del descanso no se dijo nada más de eso. Si usas un recurso por qué no lo llevas todo el tiempo? En fin. Ni idea. Lo
mejor fue la forma de narrar de la maestra y lo bien incluida que estuvo la
música todo el tiempo.
A los
pocos días fui a ver TRADITIONAL TALES OF SCOTLAND. Una sesión a cargo de
Calton Lycan, al que yo llamo “el tiarrón del norte” porque es enorme y
llamativo, tiene una voz poderosa, tatuado por todos lados y con esa falda
escocesa y esa expresividad, hay cuentos en que no sabes si te está narrando o
te está echando la bronca. Pero se maneja de maravilla. Se enraíza a la tierra, respira, y cuenta y te cuenta. Me llamó la atención
que comenzara preguntándole al público qué tipo de historias quería escuchar.
La gente propuso: una de Selkies, una de Kelpies, una de hadas, una de La Queen
Mary of Scots… y así fue contando. Fue una sesión de más de una hora en la que
dio todo de sí. De estos narradores que controlan de maravilla los cuentos que
requieren mucha acción pero que los delicados y tristes se los carga un poco porque se olvida de pausar. Pero
bueno, me gustó el modo en que ve y vive lo que cuenta.
Hace una
semana fui a ver a Tim Porteus. Su
sesión se titulaba “The storyteller, the boy and the road of legends”. Fue una
sesión de dos horas y media con descanso de veinte minutos en el que el
narrador contó la historia del viaje con su sobrino a las Highlands, un viaje
en el que al principio el niño, preadolescente, no hacía caso a nada ni se
interesaba por lo que le rodeaba, hasta que poco a poco, gracias a las
historias y leyendas que le iba contando el tío, se fue interesando. Me perdí
la mayor parte de lo que decía porque hablaba susurrando. Era un teatro, pero
susurraba. Su acento escocés era tremendamente fuerte y me perdí muchas cosas.
De hecho, me marché en el descanso porque estaba demasiado cansada como para
sobrevivir a dos horas y media de susurros en escocés del norte. Me frustré un
poco por no entender y porque era muy tarde, así que no tengo ni idea de qué
opinar… buscaré a este señor para verle de nuevo.
Seguimos:
hace unos días fui a ver a una narradora brasileña afincada en Inglaterra. Vino
como invitada, programada por el Centro. La vi contar para niños y para
adultos, y es una preciosidad, una dulzura, un amor de persona. Su acento en
inglés-brasileiro llama mucho la atención, y contó cuentos de las tribus del amazonas.
Los cuentos estaban… bien, pero para mi gusto, más que contar, enumeraba una
serie de hechos. No sé si les ha pasado que han salido de una sesión de cuentos
sintiéndose vacíos, no como cuando entraron, sino vacíos, porque han dejado
espacio en su cuerpo para recibir algo que ha pasado de largo, que no ha hecho
mella.
Su
sesión para niños no varió demasiado, salvo por un curioso hecho: al terminar
la sesión de cuentos, en la que utilizó sin ton ni son algunos instrumentos
percusivos, nos levantamos todos y nos fuimos a bailar. A bailar una canción
relacionada con el fútbol y Brasil. Contó algo del origen de la Zumba, y allí
nos pusimos a menearnos todos. No entendí nada de por qué lo hacíamos ni de si
tenía alguna relación con las historias que acabábamos de escuchar. Yo diría
que no, pero puede que me haya perdido algo.
Y lo
más curioso de todo fue la sesión bilingüe gaélico-inglés que vi, dirigida a
niños de 4 a 8 años, hace dos o tres días. Eso sí que fue grande. La narradora,
cuando todos íbamos entrando, ya estaba hablando. No tengo ni idea de lo que
decía, pero hablaba y hablaba. Llevaba cuernitos y peluca y ropa de colorines,
de todos los colores, era un arcoíris de arriba hasta abajo. Eso ya me dio mala
espina, pero a lo mejor era un disfraz de un hada o algún ser mitológico o algo
que tuviera que ver con la historia. Quién sabe. Les diría si fue así o no,
pero como no entendí nada, nos quedamos con la intriga. Luego he visto fotos de
ella contando en otros sitios, y suele disfrazarse de cosas distintas, así que
bueno, ya sé más o menos el estilo. La sesión: cuando ya estaban todos
sentados, niños y padres, unos 20 de
cada, comenzó la historia. Sólo miraba a los niños de las dos o tres primeras
filas. Yo personalmente y las madres que estaban en la parte más alejada hacia
atrás, así como los niños de esa zona, nunca recibimos su mirada directa. Contó
un cuento en el que había un bosque y un árbol, y cada dos frases preguntaba:
¿y qué creen que sucedió? ¿y qué creen que dijo? ¿y qué creen que hizo? Y los
niños levantaban la mano y opinaban. Después de cinco minutos así me pregunté
quién era el storyteller, si ella o los niños. Más tarde, algo sucedió que no
entendí, pero de repente sacó a unos siete niños y describió el vocabulario del
color de su pelo en gaélico y en inglés, y después sacó a unos 5 padres y otros 5 niños que eran árboles, y luego a 3
personas más que eran una especie de monstruo. Total, que dejó en el público a
los que estábamos en la parte de atrás y repartió al resto por todo el espacio,
desordenadamente, y siguió contando una historia que ya muchos no seguían. Los
niños que eran más tímidos o que estaban incómodos fueron ignorados
completamente por ella. Y lo mejor fue que cuando terminó toda esa locura de
niños corriendo, padres con los brazos levantados y ruido por todos lados, se
sentó de nuevo, todo volvió a la calma y ¿saben qué sucedió? Sacó de dos bolsas
enormes una gran cantidad de espadas hechas con globos y las fue repartiendo a
los niños mientras repasaba los colores en gaélico. Luego puso una canción,
todos de pie, lucharon con las espadas, quitó la canción y la sesión se terminó. Yo vi
varias niñas llorando que no se quisieron despegar de sus madres en ningún
momento, vi bebés a punto de ser arrollados por niños mayores que corrían, vi
madres desconcertadas y también vi niños y padres alegres, motivadísimos y
entusiasmados.
Me
quedé tan fascinada… yo había ido para ver cómo funcionaba una sesión bilingüe
según esta chica, aunque fuera en gaélico, pero salí desazonada. Ella es
profesional, está en el directorio de storytellers de Escocia, al igual que
todos los demás que he visto desde que llegué.
En fin,
la conclusión es que, como en todos lados, hay de todo y para todos los gustos,
pero no he visto en los narradores de aquí, pese a la existencia del centro y
de todo lo que promueve, esa diferencia, o tal vez ese nivel que, por echar
expectativas a las cosas, podría uno esperar. Es pronto, he visto cosas muy
variadas y que me han gustado, y no dejaré de ver todo lo que pueda, aunque
intentaré informarme mejor de las cosas antes de comprar la entrada.
En fin,
familia, mañana les cuento cosas de turisteo y anécdotas de la ciudad, que
tengo unas cuantas nuevas.
Muchos
besos.
¡Me ha encantado la entrada! Gracias por compartirla Laura.
ResponderEliminarY ánimo, seguro que los narradores de tus sueños están esperando en algún teatro recóndito.