martes, 28 de febrero de 2017
La cabra que no estaba
Acabo de terminar de leer "La cabra que no estaba", de la gran pareja Pablo Albo (texto) y Guridi (ilustraciones). Está editada por FUN READERS, una editorial joven dirigida a público infantil que, según ellos mismos cuentan, creen en la diversión como la mejor forma de acercar la literatura a los más pequeños. Buscan textos originales y crean una edición muy cuidada de aquellos libros que les habría gustado leer cuando eran pequeños.
Es comprensible que, con ese objetivo, hayan dado con tan genial pareja para publicar este libro, una novela infantil-juvenil con la que iniciaron su proyecto editorial en 2015.
No he podido divertirme más con el libro. Las carcajadas se oían por todo el vecindario. Me ha parecido maravillosamente escrito, estupendamente ilustrado y deliciosamente editado.
La historia comienza cuando amanece en la granja. Los animales que viven allí despiertan: el gallo, las cinco gallinas, el burro, el cerdo, los ratones (incluyendo al rezagado)... Se oyen gritos que no saben de dónde vienen y piensan que es la cabra, a la que puede estarle pasando algo.
El día entero lo invierten divagando sobre qué le puede haber pasado, tramando un plan para ayudarla y contando sus historias personales, a cual más cómica. El final, inesperado y tierno, cierra con broche de oro una historia sencilla pero con cuerpo y alma.
Me fascina la trama alargada, tomada con calma, con cariño, ocupando todas las páginas que sean necesarias para que los personajes se desplieguen y se cuenten a sí mismos. Me encanta el humor con el que Pablo hila las conversaciones de los animales, que se ve complementado por el humor de las ilustraciones de Guridi. Es estupendo el inicio, cuando todo en la granja está oscuro y nos pasamos dos dobles páginas en negro, hasta que el gallo canta y el fondo se vuelve blanco, comienza el día y la historia continúa. Las imágenes, en blanco y negro y con trazo grueso, nos muestran normalmente a los personajes (a veces con partes del cuerpo fuera de plano) y al paisaje. Me encanta el guiño que hace la editorial poniendo un chivo de cabra al libro en sí mismo utilizando la contracubierta.
El libro está dividido en siete capítulos que protagonizan los diferentes animales de la granja mientras cuentan su propia historia, sobre la libertad personal, la valentía, y, a modo general, sobre la amistad y trabajo en equipo. Pero sobre todo, sobre todo, con humor del bueno. Los personajes, perfectamente definidos, se van desarrollando cada capítulo y uno termina enamorado del burro, cegato y encantadoramente despistado, el cerdo, coherente y centrado, las gallinas, tan compenetradas, los ratones (especialmente el rezagado, que es para quererlo) y la desdeñosa gata.
Hay tantas cosas que me gustaron que sólo puedo decirles que si pueden, lo lean y si quieren, lo recomienden a los niños mayores. Chicos y chicas de más de siete años que no encuentran cosas ligeras y divertida para leer.
Es un texto perfecto para la lectura en voz alta e incluso para ser representado. Le falta poco para ser obra de teatro. ¡Disfruten!
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