lunes, 22 de abril de 2013

Contando, reflexionando, compartiendo, que es gerundio.


Ha sido un fin de semana bastante intenso, repleto de cuentos, de público diverso y, sobre todo, de reflexiones que quiero compartir:


En La Palma, en una estupenda librería, la única en un municipio pequeño, verde y acogedor, propusimos una sesión de cuentos para público de todas las edades. No puede uno menos que plantearse cosas cuando se reúnen en un mismo lugar niños desde los 3 hasta los 12 años. ¿Qué cuentos contar para abarcar edades tan amplias? ¿Cómo hacer para que los niños de tres años y los de doce no se queden descolgados? Es complicado. Con los años contando cuentos y probando distintos repertorios, he llegado a descubrir algunos títulos que siempre funcionan y que hacen que desde los 3 años hasta los adultos se enamoren de la historia y la sigan con igual ilusión y complicidad, pero cuesta. Son sesiones y sesiones de ensayo-error, de selección y eliminación de posibles historias y de formas de contar. Al final, algunos títulos de libros álbum se salvan muy bien: Madrechillona, La vaca que puso un huevo, La  mosca, La ovejita que vino a cenar, Selma… pero en mi opinión no es porque esos títulos concretos sean válidos para todas las edades (que lo son), sino porque los has hecho tuyos y desde tu registro eres capaz de moverlos con los guiños que llegan a los mayores y la sencillez con que lo reciben los pequeños. El humor también es fundamental. Al final, probar, probar y probar.


Por otro lado, tuve la oportunidad de preparar y llevar a cabo mi primera sesión de cuentos para bebés de 6 a 18-20 meses. La ilusión con que abordé la empresa y la ayuda de profesionales en el tema fue esencial. Conté con la colaboración de Lili Cuentacuentos, una compañera y amiga que lleva muchos años trabajando con bebés en Madrid y me dio algunos consejos esenciales. Por otro lado, Nuria, directora de Andares Tenerife, el centro especializado en atención y educación infantil donde llevamos a cabo la sesión, fue la que me dio la oportunidad de realizar la actividad, después de tanto tiempo con ganas de abordarla. La experiencia fue eso: experiencia. Fue positiva en tanto en cuanto fue. Muchos bebés de distintas edades, canciones, títeres, cuentos repetitivos, color y ternura llenaron la habitación. Unos padres maravillosamente participativos. Después de la sesión hablamos brevemente sobre las bondades de acercar los bebés a los libros (de hecho la actividad formaba parte deI Encuentro a nivel nacional para acercar los bebés a los libros) y la verdad es que fue estupendo. El próximo sábado proponemos otra para bebés hasta 3 años. 


Y para terminar el fin de semana, el estreno de NARRACADABRA por parte de Cuentoscopio (formado por los narradores Antonio Conejo, Fabio González y yo), una propuesta de cuentos a tres voces para público infantil y familiar donde jugamos con el concepto de la magia, las pistas que nos llevan a las historias y el trabajo a tres bandas. Los distintos registros y el juego escénico que ha de ponerse en práctica en escena cuando deben intervenir tres narradores no tiene nada que ver con el trabajo individual o incluso por pareja, y esto es fuente inacabable de reflexión. Como narrador, en esta propuesta, tienes distintos enfoques: por un lado, narrador objetivo que cuenta una historia representada por los personajes; por otro, narrador objetivo que se desdobla en algún personaje e incluso narrador como personaje. Eso incluyendo el trabajo escénico-teatral que ha de implementarse al ser tres personas jugando en el escenario, con objetos, instrumentos… y la coordinación y conocimiento que esto requiere. También uno se plantea el modo en que una propuesta no teatral incluye tantos elementos de este género. 

Realmente, una de las cosas que más me gusta de trabajar en pareja o grupo es poder compartir ideas y experiencias que de otro modo no hacemos. Ayer mismo comentaba con los chicos que, no habiendo nadie que nos enseñe ni que nos guíe, sino más bien habiendo aprendido por nosotros mismos lo poco o mucho que sabemos, el poder, juntos, criticarnos, evaluarnos, compartirnos y aprendernos es un lujo que estoy agradeciendo muchísimo.

En fin, cada tipo de sesión, la preparación del repertorio según las edades y los lugares donde se realizan, el trabajo individual o en grupo, la conciencia de la necesidad de mejora y las ganas de aprender a diario, de uno mismo y de los otros, son una verdadera alegría, y la verdad, poder hablar de ello, aunque sea aquí, para mí misma o para quien le interese, es también una práctica. Al final, cuando compartes es cuando te das cuenta de lo que sabes y, sobre todo, de lo que ignoras.

¡Seguimos!

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