martes, 8 de octubre de 2013

PABLO ALBO, así, en general

Debo reconocer que siento debilidad por este autor y narrador. No he leído todos sus libros y apenas le he oído narrar un par de veces (ninguna sesión completa), pero la verdad es que, como decía mi abuela, “no hay máh que velo pa querelo”.
Yo le quería desde el principio. Desde mi principio, quiero decir. Mucho antes de andar fijándome detenidamente en nombres de autores e ilustradores ya contaba EL TRAGALDABAS, MELENA o EL ÚLTIMO CANTO o recomendaba INÉS AZUL. Después, cuando me he dado cuenta de que todos ellos respondían al mismo autor, me ha dado qué pensar: pues va a ser que me gusta este muchacho.
Solo quería recomendar la lectura de algunos de sus títulos, ya que trata con maestría los asuntos más triviales y los más fundamentales, jugando de un modo ingenioso con las palabras, dotándolas de un sentido y vida extraordinarios y haciéndolo con delicadeza y cuidado. Da la sensación de que todo tiene su lugar, de que está ahí por algo, y esa habilidad para dar sensación de espontaneidad y ligereza ahondando a la vez hasta los recodos más profundos me fascina. Me divierte su surrealismo, su forma de jugar e incluirte en el juego, sus guiños, sus imágenes poéticas, su versatilidad.
 Las ilustraciones que suelen acompañar sus textos son dignas de calma, atención y silencio. El sentido del humor que desprende y que te pilla siempre desprevenido, la sensibilidad con que aborda sus álbumes más intimistas y la amplitud de temas que trata cuando abarcas su obra hacen que sea muy sencillo “quererle”.
Así que lo dicho: les dejo algunos títulos reseñándolos someramente. PINCHANDO AQUÍ, de todos modos, pueden acceder a su página y conocerle mejor. Encontrarán información de las sesiones que realiza, sus publicaciones, cursos, interesantes artículos y demás. Si tienen la oportunidad de ir a alguna de sus sesiones de cuentos, por favor: no se lo pierdan.

Como pollo sin cabeza (OQO, 2011, ilustraciones de Mikel Mardones). Una historia surrealista y divertidísima sobre una comunidad de pollos zombis que siembran el terror por las calles del pueblo sin que los vecinos puedan hacer nada para solucionarlo. Ilustraciones híper expresivas, inquietantes y repletas de detalles.

Andrés cabeza abajo (OQO, 2010, ilustraciones de Roger Olmos). Cuento de estructura acumulativa, que, al estilo de las matrioskas rusas, nos cuenta la historia de Andrés, un niño que es tan pesimista porque tiene mala suerte, o tiene tanta mala suerte porque es tan pesimista que es engullido una y otra vez por diferentes personajes temibles de cuentos, hasta que decide que debe pasar a la acción y luchar por salir las cosas que los animales se comen. Las ilustraciones de este álbum son especialmente llamativas, bellísimas y repletas de detalles.

El tragaldabas (OQO, 2006, ilustraciones de Maurizio A. C. Quarello). Un álbum basado en un cuento tradicional que encanta a grandes y pequeños. Uno de los primeros álbumes que conté y que siempre ha sido un rotundo éxito. Una historia que consigue crear, combinando texto e ilustración, una atmósfera de intriga y terror que atrapa.


El último canto (OQO, 2009, ilustraciones de Miguel Ángel Díez). Una preciosidad de historia que aborda poéticamente pero de un modo accesible y con algo de humor el paso del tiempo, la muerte y la continuidad de la vida. Magníficas y vitales ilustraciones de Miguel Ángel Díez.



37 tortugas (M1C, 2009, ilustraciones de Inés Vilpi). 37 tortugas van caminando, no tienen prisa pero van que te van. Van que te van, pero no saben adónde van. Usando estructura repetitiva e ilustraciones alegres y vivarachas, estas tortugas nos llevan a un divertidísimo paseo. Una historia estupenda para contar a los más pequeños.



Inés azul (Thule, 2009, ilustraciones de Pablo Auladell). Poesía pura. Un libro azul que recuerda al término “blue” en inglés: melancolía. Transmite la esencia de la ausencia y la pérdida. Un álbum al que volver una y otra vez. Inés extraña a Miguel, y tras mucho tiempo de espera, decide plantar la semilla de un árbol centenario para verlo crecer y regarlo cada vez que se acuerde de él. Las ilustraciones de Pablo Auladell son para perderse.


Alas y olas (Bárbara Fiore, 2011, ilustraciones de Pablo Auladell). Más poesía visual y textual. Un álbum para los mayores, para detenerse y deleitarse en la maravilla que este dúo de Pablos nos ofrece. La atmósfera hechizante en que nos sumergen sus personajes, en mitad de un tiempo incierto, en un espacio tenue y borroso, da pie a vivir desde dentro el amor, el deseo, la ternura de lo intocable.


Bajo mi cama, una estrella (Oxford, 2010, ilustraciones de Anuska Allepuz). Un libro muy recomendable para niños que están empezando a leer. La Luna pide a Miguel que la ayude a buscar una estrella que se le ha perdido, y él quiere ayudarla, pero su habitación está repleta de... monstruos.



Debajo de la higuera no hay ningún tesoro (Anaya, 2010, ilustraciones de Miguel Ángel Díez). Este sencillo cuento me resultó absolutamente delicioso. La búsqueda del tesoro que lleva a cabo Paula al ir a visitar a su abuelo se convertirá en un viaje transformador en el que el objetivo final no será lo esencial. Un libro realmente encantador y muy recomendable.



Melena (Factoría K, 2009, ilustraciones de Riki Blanco). Una historia que me atrapó desde la primera lectura. Es perfecta para ser contada oralmente (de hecho forma parte de mi repertorio habitual), ya que parte de una anécdota infantil y continúa desarrollándose mezclando lo real con lo surrealista de una forma divertida y poética.  

1 comentario:

  1. Muchas gracias por la reseñas, no conozco toda su obra, pero a mi me pasa lo mismo con este autor, ya le amaba antes de conocerle¡ y cuando esas cosas pasan mola! :))

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