lunes, 2 de diciembre de 2013

La niña estaba leyendo

Ilustración: Beatriz Martín Vidal

La niña estaba leyendo. Miraba las imágenes con detenimiento. Durante mucho rato permaneció en la misma doble página, observando. Su  madre la había dejado allí y se había ido a hacer un recado. “Yo me quedo tranquila”, le había prometido. Y lo estaba. Estaba relajada, centrada.
La bibliotecaria me contó que solían hacerlo. Su madre la acompañaba, luego se marchaba y una hora después volvía. Solían llevarse algunas novelitas y siempre algún álbum.
Desde que era bebé miraba las cosas desde el fondo de los ojos, con una atención inusitada, pero desde que había descubierto las imágenes de aquellos grandes y preciosos libros era algo más palpable aún. Podía pasar una hora entera con un solo libro, o solo un minuto si no le atraía en absoluto.
Me atrajo su mirada de niña sabia, su paciencia amable. Le inventé un mundo interior rico y libre, le construí un palacio de sensatez con penachos de locura, la dibujé en mi mente con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra.
Le pregunté si le gustaba el libro. Me dijo que sí y cuando terminó, lo dejó a mi lado.

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